Placer y perversión con un toque de diversión.

El placer del sexo es uno de los más sublimes que he experimentado a lo largo de mi vida. Para ser preciso a los 15 años. En esta etapa totalmente adolescente, no sólo en cuerpo, sino también en madurez y mentalidad, era absoluto nerviosismo y algo de disfrute, junto con una embriagante sensación de adultez y aceptación social ante un mundo de adolescentes pujantes y entusiastas sobre el sexo.

Ya un poco más entrado en los 21, comencé a ver algo de pornografia, ya con cierto gusto y excitación. Más allá de sólo verla para lograr una masturbación efímera de 2 minutos, impulsada más por la necesidad de la sensación del sexo que por buscar algo más que una eyaculacion, aquí es donde nació en mí cierta perversidad, y lo digo así ya que al ver pornografia ya buscaba encontrar un tipo en particular tanto de persona como de situación exitante para mí, ya dejó de ser sólo ver vaginas y senos, entendamos que la perversión que estoy intentando describir es esa sutil y delicada sensación que arroja a tu cuerpo al absoluto abandono en el placer y al disfrute total de un orgasmo, tanto solo, como en pareja.

Algunos años después conocí a mi actual pareja, la cual doy gracias al universo por tenerla en mi vida, ya que llegó a mi vida con el concepto de ponerle placer, perversión y diversión al sexo con algunos implementos. Esto he de confesar causó primero la explosión de mi cabeza, ya que educado en una sociedad donde el hombre es el que está obligado a complacer a su mujer sólo con lo que sabe y tiene adherido al cuerpo, y si no lo hace no puede proclamarse hombre, pues me dejó frío y boquiabierto. Luego de varios meses de relación, acepté lleno de dudas el hacerlo utilizando un vibrador con mi esposa (esta decisión habría de convertirse en una de las mejores que tomé, pero no se lo digan a nadie). Es hasta ese momento de mi vida donde el placer sexual puede convertirse en absoluto cuando sientes y pruebas cada ángulo que desees probar, cuando eres algo a lo que llamó 70-30, siendo más explícito en tu vida sexual te conviertes en 70% diablo y 30% ángel, es decir, eres un ser amoroso, que le interesa mucho el placer de tu pareja y le eres totalmente leal, pero también disfrutas tu cuerpo, eres perverso en cada caricia, cada mirada y cada beso que le entregas, y a su vez eres un niño que se divierte y disfruta cada cosa nueva que experimenta y prueba.

Esta es mi experiencia resumida en algunas líneas y la verdad es que, hoy por hoy, ser yo mismo con mi esposa es lo máximo.

Sin embargo, cada uno tiene su propia historia. Lo verdaderamente importante es aceptar que el balance en todo es esencial así que disfruta tu placer, déjate llevar por las caricias de la perversión y dale un toque de diversión a cada ocasión donde tu cuerpo y tu mente te guiarán sin duda alguna al mayor acto sublime, que es la fusión con tu pareja o la comunión contigo mismo.